sábado, 5 de junio de 2010

mediodía del 23 de abril de 1945 II


Desde su posición en un balcón de un segundo piso, el sargento Zorc vio como dos T-34 sobrepasaban su línea. Con un nudo en la garganta contó los segundos que se demoraron los hombres de Kringe en abrir fuego desde la chocolatería. Luego de llegar a veinte, el conteo le pareció eterno. En veintidós contempló absorto como desde el sótano del edificio que tenía en diagonal un soldado disparaba un parzerfaust. En un instante, la torreta del tanque color verde caqui se volvió negra producto de las llamas.
Un segundo soldado salió desde el mismo sótano, pero antes de que pudiese hacer blanco fue alcanzado por el fuego de ametralladora del segundo blindado; sin embargo, alcanzó a disparar su panzerfaust antes de morir. El proyectil pasó cerca del tanque e impactó contra el frente de un edificio ruinoso.
Sin tiempo para conmoverse, Zorc ametralló desde su posición junto con Frost a los tanquistas del blindado alcanzado que entre las llamas intentaban salvar sus vidas.
–¡Hay que neutralizar al otro! –gritó Zorc en tanto señalaba el blindado que seguía disparando hacia la chocolatería.
Frost no lo pudo escuchar por el estruendo del combate, pero entendió a lo que su superior se refería. Inmediatamente abandono el balcón para buscar el panzerschreck.
Cuando Zorc miró a su lado se percató de que su camarada no estaba. Sin tiempo para preguntas, siguió disparando contra los soldados rusos que pululaban en el lugar al igual que mosquitos.
Un disparo del blindado dio de lleno en un tercer piso desde donde dos daneses disparaban hacia la calle. Los pobres desgraciados no tuvieron la menor oportunidad.
A partir del primer disparo lo que fuese una silenciosa intersección de calles se transformó en un ensordecedor infierno. Las balas se incrustaban en las paredes en tanto que los proyectiles de los T-34 y demás granadas los derribaban. Como autómatas, los soldados indiferentes corrían de un lugar otro con la única idea de acabar con los enemigos. Entre el incesante traqueteo de las armas y la adrenalina del combate, los caídos mayormente eran ignorados hasta que todo terminara. Por lo tanto, sólo aquellos que no hubiesen sido heridos de suma gravedad podían esperar tener alguna oportunidad de sobrevivir. Los demás se desangraban hasta morir. Algunos lo hacían en decoroso silencio mientras que otros desgarraban sus gargantas en vano.
Kringe rápidamente calculó que si no neutralizaban al blindado la chocolatería con sus ocupantes sería reducida a escombros, huesos y cenizas. Decidido a intentarlo todo, corrió hacia la azotea. Una vez en ella, se encontró un cuadro que no esperaba. Al menos Lambertsen había acatado su sugerencia: sentado contra la pared y con el panzerfaust entre las piernas, el danés parecía aguardar apaciblemente. Sólo alteraba la escena la herida que tenía en la frente.
Aún en medio de aquel caos, Kringe delicadamente quitó el arma de las manos del muerto con miedo de perturbar su aparente paz. Seguidamente, sin medir riesgos asomó su cuerpo hasta la cintura y apuntó hacia la torreta del T-34. Contó hasta tres y disparó. La granada de carga hueca del panzerfaust apenas si osciló en su trayectoria un poco a la izquierda antes de impactar y sumir en llamas al blindado.
Sin tiempo para contemplar su obra, el cabo debió ponerse a reparo de los proyectiles que les disparaban desde la calle. Sabedor de que no había lugar para las demoras, corrió nuevamente escaleras abajo para cerciorase de que Schmidt tuviese municiones para su ametralladora. Una MG-42 aprovisionada podía ser la diferencia entre vivir o morir.
Knarvik sintió que sus rezos eran escuchados. Durante más de quince largos minutos había presenciado impotente como el T-34 con su cañón de 76,2mm se ensañaba contra los cinco pisos de la chocolatería. Excitado por la explosión del proyectil contra el blindado se lanzó ciego hacia él para despachar a sus tripulantes. Desprotegido en el medio de la calle eludió el fuego enemigo hasta llegar junto al carro. El único tripulante que logró escapar de las llamas fue ejecutado por una descarga cerrada de la Stg 44 del noruego.
–¡Esto si que es una fiesta! –sintió Knarvik que alguien hablaba sus espaldas.
Al darse vuelta se encontró con un SS danés.
–Ese sótano es como una tumba –dijo Rommedahl y tomó posición tras el blindado en llamas.
–¡Y aquí es como estar ante un pelotón de fusilamiento, condenado idiota! –le respondió fuera de sí Knarvik.
Rommedahl respondió con una sonrisa y abrió fuego con su fusil.
De forma repentina los rusos dejaron de disparar. Dieron media vuelta y se replegaron hacia la zona más alejada donde aguardaban el resto de los blindados. Después, máquinas y hombres se alejaron hasta perderse del campo visual de los alemanes.
El silencio se apoderó del cruce de calles en tanto las columnas de humo se elevaban fértiles hacia el firmamento en una tarde de primavera que acariciaba su esplendor.

12 comentarios:

  1. O me encantan ,la verdad sos un hombre que sabe relatar perfectamente.Lei bastante sobre la guerra y muy pocos,saben enganchar la historia con la emocion.
    Saludos

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  2. Un excelente relato, muy entretenido, además que recrea muy bien la situación de alto dramatismo que por esos días se vivía en la sitada capital del III Reich.

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  3. La verdad que tus relatos son impresionantes, muy limpios y libres de palabras que en algunos casos solo ensucian y enredan los relatos. ya me vieran estos tipos de relatos en mis juegos WWII xD!
    Saludos , un abrazo !! and good luck!

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  4. Eisenhower, Roul y Alfa flash, gracias por sus comentarios.
    Espero que sigan firmes ahí acompañando las siguientes entregas.
    Saludos

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  5. Esta historia merece salir al mercado.¿No pensaste en publicarla en algún momento??
    Saludos!

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  6. amigo me encantan sus relatos vere o recomendare sus relatos a la pagina de reenacment a la cual pertenezco para uq los chicos vean sus historias, buenisimas

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  7. Muchas gracias Panzer e Irupé. Desde todos los que quieran pasarse por aquí son bienvenidos.
    En cuanto a tu pregunta Irupé, te cuento que desde hace unos quinces días estoy en tratativa con una porpuesta editorial, pero mientras no haya nada en firme...
    Saludos

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  8. Excelente relato, tienes un estilo parecido al de Sven Hassel, es decir estupendo.
    Deberías agrupar tus relatos para poderlos conservar como elementos de alta calidad en la biblioteca.
    Un fuerte abrazo.
    Pulgonauta

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  9. muy buen trabajo te felicito una vez
    mas.uno va leyendo y el relato va
    llevando a uno a ese mismo momento
    de la historia,eso mismo devio haber
    sucedido en algun lugar de Berlin.

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  10. Excelente trabajo,,,muchas gracias por compartirlo con nosotros..

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  11. Son los mejores relatos que lei! Sos muy bueno en contar esta historia! Avisame para la proxima publicacion, estoy enganchadisimo!

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