sábado, 10 de julio de 2010

tarde del 23 de abril de 1945 II


Las voces provenientes de los pisos inferiores lo volvieron al Berlín de abril de mil novecientos cuarenta y cinco. Automáticamente se puso en pie y volvió a ser el cabo Kringe. Descendió hasta la planta baja para encontrarse a Schmidt en plena discusión con un soldado mientras otros dos hombres los observaban.
–¿Qué pasa aquí? –intervino con voz de mando.
Los dos que discutían callaron al unísono.
–¡He preguntado algo! –gritó frío Kringe, sin un ápice de cólera.
–Sólo intercambiábamos opiniones, señor –respondió el soldado que discutía con Schmidt.
–¿Qué opiniones? Hable con libertad Schmidt –preguntó el cabo directamente al soldado a cargo de la ametralladora.
–Intercambiamos opiniones del por qué tenemos que obedecer a miembros de la Wehrmacht siendo de las Waffen SS –se expresó de forma altanera Schmidt.
Kringe se mantuvo pétreo. Su rostro no mostró el menor gesto cuando el SS pronunció la palabra Wehrmacht de manera despectiva. Encerrado en sus cavilaciones, observó que los cuatro hombres que tenía ante sí eran miembros de las SS. Para nada acobardado por la inferioridad numérica, saboreó cada una de las palabras aún antes de decirlas.
–Obedecen a soldados de la Wehrmacht debido a que sus oficiales y suboficiales ya están muertos por ineficientes y fanáticos, o porque han puesto los pies en polvorosa para correr al lado del puto Hitler –explicó con un hablar lento y tranquilo Kringe en tanto con las dos manos aferraba fuerte el fusil.
Los cuatro SS se miraron entre sí. Ninguno se atrevió a hacer nada.
–¿Alguna otro cuestión, soldado Schmidt? –preguntó Kringe.
Schmidt negó con la cabeza, aunque sus ojos inyectados en sangre parecían no estar de acuerdo.
–Entonces a trabajar –ordenó el cabo–. Tú quédate para aprovisionar la ametralladora y ustedes dos vengan conmigo.
Después de apostar a uno de los dos soldados con el danés en el primer piso del edificio, Kringe se ubicó en el segundo junto al otro. Encendió un cigarrillo, cerró los ojos y se puso a tararear en voz baja una vieja canción sobre un pescador que solía cantar su padre.

4 comentarios:

  1. Solo espero que la termines y la edites en libro como antes nos lo hiciste saber. Y por su puesto, adquirir un tomo dedicado y autografiado por el autor!
    Un abrazo!

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  2. Eso espero Von Berlichengen!!! Un saludo grande.

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  3. hecho de menos....

    y te lo dejo como futura historia a escribir.

    una historia de un soldado aleman caido, en un frente, desde su llegada, su historia peleando junto a divisiones, sus perdidas, y su final.

    seria bonita una historia que duraria un post, leeriamos el principio y el final, a ser posible de historias reales de soldados que han muerto.(esos heroes aclamados por todos o bien soldados normales que ven lo que esta cayendo)

    que historiasmas bonitas podian acabar en sitios como normandia, stalingrado, leningrado, moscu, varsovia, polonia, africa , etc etc.

    crees que te puedes animar a ello?

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  4. Más adelante nunca se sabe. No es mala la idea. Quedareogido el guante.
    Saludos

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